Por Carmen de Manuel*
Acaba de llegar a las librerías la novela Palabras
Prohibidas, de Ediciones Bellaterra, de la que soy autora. En
principio parece que sólo es una novela más que pretende entretener al lector.
Pero si sólo fuera eso, no tendría lugar aquí este blog.
¿Qué tiene entonces de especial?
Su temática. Está centrada
en describir el drama que viven los niños, niñas y adolescentes víctimas de
abusos sexuales y los efectos que esa experiencia puede dejar a lo largo de
toda la vida y en las siguientes generaciones. Basada en historias reales,
fruto de mis años de trabajo como psicóloga de la Unidad de Salud Mental
Infanto-Juvenil de Cádiz, pretende llegar al corazón del lector, profesional o
no, y modificar creencias y actitudes erróneas, destruir mitos y transmitir
conocimientos. Todo desde la facilidad que el argumento de una novela pone a
disposición de este objetivo.
Pero no se queda sólo en la persona de la víctima,
Palabras Prohibidas nos acerca también al agresor. Y lo hace desde un punto de
vista humano, psicológico, incluso biográfico. Muestra cómo determinados hechos
en la infancia condicionan, aunque no determinan, el papel de abusador.
Con esta novela he pretendido acercar el conocimiento
sobre el abuso sexual infantil a toda la población. No he querido restringirlo
al mundo profesional y esto por una simple razón: los profesionales no
avanzaremos si la ciudadanía no lo hace con nosotros. Por ello, en formato de
novela, busca llegar a todas las capas sociales, no sólo a los sectores científicos
o profesionales, sino a la ciudadanía en general. Tiene, por tanto, como fin la
prevención primaria.
Publicar los conocimientos es una de las formas de
difundirlos más allá de nuestro círculo inmediato y contribuir así en el avance
del saber. Pero hasta la fecha, la difusión del saber sobre el maltrato
infantil se ha centrado principalmente en la formación y sensibilización de los
profesionales, algo realmente necesario e incuestionable. Sin embargo, es
fundamental hacer partícipe a la ciudadanía de este conocimiento, máxime cuando
el cuidado y la protección cotidianos de la infancia está en sus manos.
Según el III Plan de Calidad de la Consejería de Salud, el
avance y el progreso sólo podrán producirse en un escenario compartido entre la
ciudadanía y los profesionales. Este Plan de Calidad plantea una serie de
objetivos a conseguir entre los que destaco el objetivo 4:
“Incorporar los valores y preferencias de la
persona en las decisiones, facilitando el intercambio de conocimiento entre la
ciudadanía y los profesionales”.
Para ello, se proponen una serie de líneas de acción
como la siguiente
“Adaptar y hacer accesible para la ciudadanía el
conocimiento disponible del Sistema Sanitario Público de Andalucía,
incorporando la innovación en el desarrollo de herramientas de gestión del
conocimiento que lo faciliten”.
Y en mi deseo de contribuir a incrementar los niveles
de bienestar de la infancia decidí facilitar el acceso a la información a la
ciudadanía. Y entonces, decidí escribir esta novela. En ella, Irene, una
psicóloga forense experta en abuso sexual infantil, hereda a la muerte de su
padre un diario que desgrana los secretos más inconfesables y que cambiarán
para siempre su vida. Su padre confiesa en el manuscrito que es un pederasta
que abusó de su sobrina y a la que Irene no ve desde la infancia pero sabe que
está internada en un centro psiquiátrico. Se plantea buscar a su prima y
llevarle el mensaje póstumo de arrepentimiento de su padre. Pero le asaltan
grandes dudas. ¿Y si al llevarle el mensaje se trastorna aún más? No sabe que
le esperan grandes sorpresas. La trama se desarrolla entre Madrid y Asturias y
presenta ingredientes de misterio, amor, aventura pero sobre todo está
salpimentada de los conocimientos actuales que la ciencia posee sobre el abuso
sexual a menores.
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