viernes, 1 de marzo de 2013

Buscando el bienestar de la infancia y la adolescencia



Mariano Hernán García y Ángel Luis Mena Jiménez (*) 


La infancia y la adolescencia son la base sobre la que se construye nuestra sociedad. En Andalucía, una de cada cinco personas tiene menos de 18 años. El abordaje de problemas de salud derivados del estrés, de las dificultades de aprendizaje y desarrollo, la obesidad infantil y las enfermedades prevalentes y emergentes en la infancia; y la potenciación de las habilidades para mantener la salud, el bienestar y el buen trato a lo largo de la vida son retos de una estrategia para la promoción de la salud y el bienestar infantil en Andalucía.

Para empezar, esos chicos y chicas que aprenden, estudian, juegan, crecen y comparten sus capacidades e ideas con nuestra sociedad, deben ser considerados como ciudadanos y ciudadanas constituyentes de un grupo clave, como personas autónomas que precisan ser protegidas y tener figuras adultas comprometidas con su bienestar. Asimismo, hemos de favorecer su participación, dándoles voz e incorporándolas en todas las políticas públicas, apostando por acciones basadas en los valores y recursos positivos que los propios chicos y chicas y la comunidad en la que viven pueden aportar. 
La naturaleza propia de la infancia y la adolescencia para crear y dinamizar lo nuevo e innovador y su capacidad de adaptación al medio, como determinante del desarrollo intelectual y emocional, nos hacen deducir que estas personas son protagonistas y participan en la dirección genuina de sus propias vidas, pero esas vidas, en los primeros años, precisan motivación y apoyo para crecer saludablemente. Debemos maximizar y canalizar en los menores la extraordinaria capacidad humana en la actual sociedad del conocimiento para aprender, procesar, comprender, compartir y utilizar grandes cantidades de información, con bajas limitaciones de espacio y tiempo, de forma casi instantánea y con un coste económico cada vez menor.

Ya que además de potenciar las capacidades de los menores, desde una estrategia socio sanitaria pensando en el bienestar y la salud de la infancia y la adolescencia, debemos apostar por el abordaje del conocimiento temprano sobre lo que puede ser útil o afecta a su salud y bienestar. Contando con ellos como aliados: los niños y niñas son capaces de colaborar motivados para el aprendizaje en salud, con generosidad, cooperación y curiosidad. Es vital potenciar el conocimiento sobre el estado de la infancia y las intervenciones para mejora de su calidad de vida e investigando sobre la sociedad del conocimiento, los programas educativos que funcionan, las conductas favorables para la salud y otros asuntos prevalentes o problemas de salud infantil.

Es importante también desarrollar capacidad social para ayudar a los niños y niñas a crecer sanos física y emocionalmente. En contextos en los que viven menores se observa la capacidad de adaptación a nuevas formas de vivir que es propia de las etapas evolutivas en las que el aprendizaje y la conducta experimental tienen mayor presencia. El juego y la comunicación para aprender a vivir y el manejo de la información relevante para la vida, son herramientas imprescindibles para vehiculizar la salud y el bienestar de las personas más jóvenes. La clave para el futuro de los planes dirigidos a promover el bienestar y la salud de la infancia está en centrarse en el aprendizaje formal e informal, tanto escolar y académico, como no escolar, expandido o en forma de juego (presencial o virtual). Consideramos la educación infantil como estrategia base y génesis de cualquier intervención que pretenda ser exitosa en términos de bienestar y salud infantil.

Además, estamos obligados a focalizar y ser eficientes en la reducción de las diferencias injustas. Aquellas políticas sociales, sanitarias, educativas, culturales y deportivas que reduzcan esas diferencias sociales son las que pueden influir determinantemente en la salud y el bienestar infantil. 
En el empeño de identificar intervenciones y potenciar acciones para que los niños y niñas crezcan saludablemente, con confianza y aprendan a contribuir en la vida de su comunidad, hemos de prepararles una “base segura”. Para ello hemos de facilitar información temprana, asesoramiento y formación a madres, padres, tutores, educadores, profesionales de salud, servicios sociales, justicia y otros sectores implicados de la sociedad, para concienciarnos de la importancia que tiene el desarrollo los primeros años de vida y la creación de condiciones idóneas para el crecimiento saludable.

(*) Mariano Hernán es profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública y coordinador de Red Sabia; Ángel Luis Mena es periodista, técnico de comunicación de la EASP