jueves, 30 de abril de 2020

ESTADO DE ALARMA Y MIGRACIÓN

Mercedes Rivera Cuello*

En estas semanas, hemos presenciado un desmoronamiento drástico y feroz de los ritmos vitales establecidos. Todo lo que asumíamos como normal (rutinas, hábitos, noticias, tareas, trabajos, ocio…) ha sido fulminado y centrado en un solo objetivo: sobrevivir a la pandemia de SARS-CoV-2 y mitigar sus consecuencias sanitarias, económicas y sociales. Estamos en ello.

 Pero parece descabellado pensar que las realidades que, hace apenas dos meses, centraban el interés de los medios de comunicación también se han paralizado o se mantienen en ese mismo estado de hibernación ficticia esperando el retorno a una supuesta normalidad.

Quiero referirme en este post a la realidad de la migración. La migración es un fenómeno inherente a una sociedad en movimiento como la nuestra. Tanto es así que, a pesar del descenso de la misma durante el presente año, 6028 migrantes han llegado a nuestras costas durante el primer trimestre, un 20% menos que el año anterior. Además, en el periodo de absoluta excepcionalidad que comprende del 16 de marzo al 17 abril, han arribado a las costas andaluzas 18 pateras con un total de 829 migrantes a bordo.

El estado de alarma ha reagudizado los problemas sociales con los que ya se enfrentaba este sector de nuestra sociedad. Familias que vivían en situación irregular o de precariedad laboral, subsistiendo con la economía del día a día, trabajando en la limpieza o haciendo arreglos, se ven ahora sin ningún tipo de prestación económica y sin poder salir a trabajar. Las situaciones de desarraigo y escaso sostén social agravan la coyuntura de forma que, durante estas semanas, las ONGs que trabajan con estos colectivos están detectando situaciones de falta de alimentos (familias que comen una vez al día), incomunicación por el impago de las tarifas telefónicas, hacinamiento (varias familias compartiendo la misma casa para disminuir gastos) o imposibilidad de seguir el curso académico de los niños. A todo ello se suma, en ocasiones, el miedo a acudir a los servicios sanitarios y/o sociales por falta de regularización de su documentación.

La reconstrucción paulatina del entramado social y sanitario conforme vayan avanzando las medidas de desconfinamiento será trabajo de todos los actores que intervenimos con estas familias y, entre ellos, especialmente, de los equipos de salud. Independientemente de la fase de adaptación en la que se encontrara la familia (a saber: fase de acogida, asentamiento o integración) será fundamental explorar en cada visita y de forma activa la detección de necesidades urgentes, la valoración de la situación sociosanitaria de los menores, la red social y de apoyo de la familia, los signos de ansiedad y culpa y la atención a las nuevas situaciones que pueden afectar a la dinámica familiar (cambio de roles familiares, fracaso escolar…). Para todo ello, será fundamental el trabajo conjunto con trabajadores sociales y ONGs, así como la elaboración de informes, en caso de ser necesario, para la solicitud de las ayudas pertinentes.

De otro lado, y desde una perspectiva de infancia, es imprescindible atender, en este abordaje de la migración en la situación actual, a la realidad de los menores extranjeros no acompañados que, debido a una legislación que permite que los menores migrantes sean rechazados sin conocer su situación particular cuando llegan a los puestos fronterizos, viven, en muchas ocasiones, en la calle en situaciones de exclusión social y de vulnerabilidad extrema. No en vano, durante el estado de alarma, se ha trasladado en Ceuta a un centenar de menores extranjeros procedentes de un centro  que sobrepasaba los 400 residentes a una explanada habilitada con tiendas de campaña y módulos. Allí están viviendo temporalmente  para poder cumplir con las distancia de seguridad y demás medidas del confinamiento. Además, se ha habilitado un pabellón polideportivo como albergue para ubicar a 114 menores que vivían en la calle.

El trabajo con el colectivo de menores migrantes no acompañados que llegan a nuestro país continúa siendo una asignatura pendiente cuyo cuestionamiento se sigue reiterando por el comité internacional de los derechos del niño en sus disposiciones finales de los últimos años. La actual situación de excepción nacional dificulta aún más el abordaje de una realidad tan compleja como es la de los niños y niñas migrantes sin un adulto referente. Por este motivo, y a propósito de las últimas recomendaciones de la EASO (European Asylum Support Office) de diciembre de 2019, el protocolo de primera acogida, determinación de la edad y medidas de acogimiento inmediato de este colectivo está siendo sometido a una profunda revisión y reestructuración en nuestra comunidad autónoma, un trabajo que se espera vea la luz con su consecuente aplicación antes de que termine el año en curso a fin de que venga a dar respuesta a las necesidades de este colectivo de una forma holística.

Seguiremos atentos a la evolución de todos estos procesos para modificar y proponer soluciones concretas a un sistema que les está fallando y que debería estar de su parte. 


Lecturas recomendadas:
  1. Los más solos. Save the Children
  2.  Rivera Cuello M. Atención psicosocial al niño desplazado y refugiado. Rev Pediatr Aten Primaria Supl. 2016;(25):33-6.
  3. Guía práctica de la EASO sobre evaluación de la edad Segunda edición. Oficina de Publicaciones de la Unión Europea, 2019.
  4. 34 Jornadas de Coordinación de Defensores del Pueblo Atención a menores extranjeros no acompañados. Documento de síntesis Octubre de 2019.


* Mercedes Rivera Cuello es pediatra de la UGC de Pediatría y Neonatología del Área de Gestión Sanitaria Este de Málaga Axarquia. Voluntaria de Médicos del Mundo. Málaga.

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