Mariano Hernán García y Ángel Luis Mena Jiménez (*)
La
infancia y la adolescencia son la base sobre la que se construye nuestra
sociedad. En Andalucía, una de cada cinco personas tiene menos de 18 años. El abordaje de problemas de salud
derivados del estrés, de las dificultades de aprendizaje y desarrollo, la
obesidad infantil y las enfermedades prevalentes y emergentes en la infancia; y
la potenciación de las habilidades para mantener
la salud, el bienestar y el buen trato a lo largo de la vida son retos de una
estrategia para la promoción de la salud y el bienestar infantil en Andalucía.
Para empezar, esos chicos y chicas que aprenden, estudian, juegan, crecen y
comparten sus capacidades e ideas con nuestra sociedad, deben ser considerados
como ciudadanos y ciudadanas constituyentes de un grupo clave, como personas
autónomas que precisan ser protegidas y tener figuras adultas comprometidas con
su bienestar. Asimismo, hemos de favorecer su participación, dándoles voz e incorporándolas
en todas las políticas públicas, apostando por acciones basadas
en los valores y recursos positivos que los propios chicos y chicas y la
comunidad en la que viven pueden aportar.
La
naturaleza propia de la infancia y la adolescencia para crear y dinamizar lo
nuevo e innovador y su capacidad de adaptación al medio, como determinante del
desarrollo intelectual y emocional, nos hacen deducir que estas personas son
protagonistas y participan en la dirección genuina de sus propias vidas, pero esas
vidas, en los primeros años, precisan motivación y apoyo para crecer
saludablemente. Debemos maximizar y canalizar en los menores la extraordinaria
capacidad humana en la actual sociedad del conocimiento para aprender,
procesar, comprender, compartir y utilizar grandes cantidades de información,
con bajas limitaciones de espacio y tiempo, de forma casi instantánea y con un
coste económico cada vez menor.
Ya que además de potenciar las capacidades de los menores, desde una
estrategia socio sanitaria pensando en el bienestar y la salud de la infancia y
la adolescencia, debemos apostar por el abordaje del conocimiento temprano
sobre lo que puede ser útil o afecta a su salud y bienestar. Contando con ellos
como aliados: los niños y niñas son capaces de colaborar motivados para el
aprendizaje en salud, con generosidad, cooperación y curiosidad. Es vital
potenciar el conocimiento sobre el estado de la infancia y las
intervenciones para mejora de su calidad de vida e investigando sobre la
sociedad del conocimiento, los programas educativos que funcionan, las
conductas favorables para la salud y otros asuntos prevalentes o problemas de
salud infantil.
Es importante también desarrollar capacidad social
para ayudar a los niños y niñas a crecer sanos física y emocionalmente. En
contextos en los que viven menores se observa la capacidad de adaptación a
nuevas formas de vivir que es propia de las etapas evolutivas en las que el
aprendizaje y la conducta experimental tienen mayor presencia. El juego y la
comunicación para aprender a vivir y el manejo de la información relevante para
la vida, son herramientas imprescindibles para vehiculizar la salud y el
bienestar de las personas más jóvenes. La clave para el futuro de los planes
dirigidos a promover el bienestar y la salud de la infancia está en centrarse
en el aprendizaje formal e informal, tanto escolar y académico, como no
escolar, expandido o en forma de juego (presencial o virtual). Consideramos la
educación infantil como estrategia base y génesis de cualquier intervención que
pretenda ser exitosa en términos de bienestar y salud infantil.
Además, estamos obligados a focalizar y ser eficientes en la reducción de
las diferencias injustas. Aquellas políticas sociales, sanitarias, educativas,
culturales y deportivas que reduzcan esas diferencias sociales son las que
pueden influir determinantemente en la salud y el bienestar infantil.
En el empeño de identificar intervenciones y potenciar
acciones para que los niños y niñas crezcan saludablemente, con confianza y
aprendan a contribuir en la vida de su comunidad, hemos de prepararles una “base
segura”. Para ello hemos de facilitar información temprana, asesoramiento y
formación a madres, padres, tutores, educadores, profesionales de salud,
servicios sociales, justicia y otros sectores implicados de la sociedad, para
concienciarnos de la importancia que tiene el desarrollo los primeros años de
vida y la creación de condiciones idóneas para el crecimiento saludable.
(*) Mariano Hernán es profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública y coordinador de Red Sabia; Ángel Luis Mena es periodista, técnico de comunicación de la EASP
No hay comentarios:
Publicar un comentario