lunes, 21 de noviembre de 2016

Infancia y Felicidad


Desde la Consejería de Salud, a través de la Red SABIA, para conmemorar el Día Internacional la Infancia, nos hemos centrado en la felicidad y el bienestar de la infancia.
La felicidad y el bienestar de la infancia son temas que forman parte del interés de las personas, las organizaciones y las instituciones que trabajan en la atención y la promoción de los derechos de los niños y las niñas, así que nos propusimos dedicar algo de tiempo para reflexionar sobre ellos.
Solicitamos la colaboración a profesionales vinculados con la infancia desde distintos ámbitos (salud, bienestar social, etc.), ya que entendemos que la felicidad, la prosperidad y el bienestar de la infancia se pueden abordar desde múltiples esferas relacionadas con las amistades y las relaciones sociales, los derechos, la educación, la salud, el ocio, la protección y la prevención, sin olvidarnos del papel crucial de la familia y la incidencia en la actualidad de Internet, las redes sociales, los medios de comunicación y el uso de las tecnologías.

El reto propuesto consistía en responder a la siguiente pregunta:
¿Cómo pueden l@s profesionales
generar bienestar y felicidad en los niños y niñas
desde sus ámbitos específicos de intervención?
La respuesta ha sido extraordinaria y el resultado es una serie de post de excelente calidad que vamos a publicar en este Blog, desde hoy hasta final de año.

Esperamos que os gusten y os animamos a realizar vuestra propia reflexión, que podéis enviar a la siguiente dirección redsabia@gmail.com 

Nuestra idea elaborar un documento colaborativo final, en el marco de su Estrategia de Infancia, adolescencia y juventud de la EASP, que incluya todas las aportaciones.

Os dejamos con el primer post elaborado por el UNICEF Comité Andalucía que reflexiona sobre el concepto de Bienestar. 

¡Feliz día de la Infancia! 

 

El Bienestar de la Infancia

Por UNICEF Comité Andalucía*

La aparición de indicadores sociales para estudiar el bienestar de la infancia podría tener su origen en los primeros informes de UNICEF, en la década de los 40 del pasado siglo. Sin embargo, es a partir de los años 60 cuando comienza a emerger el “movimiento de indicadores sociales”, cuyo fin es medir el bienestar de la sociedad en sus diferentes dimensiones y así proporcionar información valiosa a los responsables de las políticas públicas. Directamente ligado a esta corriente nace el movimiento de indicadores sobre la población infantil, también motivado por las demandas de responsabilidad política, pero también como resultado del surgimiento de un marco normativo y teórico conceptual, así como de nuevas aportaciones metodológicas. En este sentido, la nueva sociología de la infancia de mediados de los ochenta constituye ese nuevo marco para comprender la infancia, que considera que su bienestar no radica en su porvenir como futuros adultos, sino en su realidad actual por su condición de sujetos de derecho. 


Como ya hemos apuntado, el desarrollo de políticas y programas para la infancia requiere un conocimiento previo del colectivo objeto de dichas políticas y también sobre los problemas que les afectan. La eficaz utilización de los datos existentes (y la creación de nuevas medidas e instrumentos de recolección de datos) es ineludible para un correcto análisis y una posterior evaluación. De esta premisa, y del conocimiento de las experiencias nacionales e internacionales previas, surgió en 2008 el proyecto de UNICEF de realizar una propuesta de un sistema de indicadores sobre el bienestar infantil. 



Recientemente UNICEF Comité Español ha actualizado los indicadores que forman parte de su propuesta de sistema de indicadores de bienestar infantil, estructurado a partir de fuentes oficiales disponibles y accesibles. Estos indicadores pueden consultarse, desagregados, en la web Infancia en Datos. Este sistema de indicadores se compone de 7 dimensiones: educación, estilos de vida, entorno familiar y social, salud y seguridad, infancia vulnerable, bienestar material y bienestar subjetivo. 



En este post nos detendremos en la dimensión del bienestar subjetivo. El bienestar subjetivo se entiende como el conjunto de percepciones, evaluaciones y aspiraciones de las personas (en este caso de las menores de 18 años) acerca de sus propias vidas. Aunque no se trate exactamente de lo mismo, podemos relacionar el bienestar subjetivo con conceptos como felicidad, calidad de vida, satisfacción vital o bienestar personal, términos que quizás resulten más familiares para el conjunto de los lectores.



En cualquier caso, hablar de bienestar subjetivo y calidad de vida implica aceptar que las mediciones subjetivas de determinadas realidades sociales pueden ser tan útiles como las objetivas para la toma de decisiones. Es tan útil tener indicadores sobre el buen funcionamiento tecnológico de un hospital, cómo saber los porcentajes de usuarios satisfechos e insatisfechos tras haberlo utilizado. También implica medir conjuntamente aspectos materiales (los cuales evidentemente son importantes) y aspectos no materiales de la vida como la felicidad o la satisfacción.

Los indicadores de bienestar subjetivo aportan una visión positiva en la medida que se refieren a situaciones, comportamientos y relaciones que influyen positivamente en el bienestar infantil, complementando el análisis de aspectos negativos de la vida del niño como pueden ser la pobreza y la privación material. Fijar la atención en aquello que les hace felices o que les hace estar bien nos permite pensar en verdaderas políticas de promoción del bienestar infantil, tan importantes en un momento histórico como el actual, en el que la crisis económica y social que vivimos no sólo está empeorando dramáticamente las condiciones materiales de vida de nuestra infancia, sino que está poniendo en riesgo sus niveles de bienestar subjetivo y sus percepciones positivas y optimistas respecto de su propia existencia.

Aquí podéis ver los datos de los que disponemos sobre bienestar subjetivo en España. En el lado negativo, ha empeorado el porcentaje de niños que consideran que sus compañeros de clase son “amables”, pasando de un 66,7% en 2010 a un 61,6% en 2014. En el lado positivo, el porcentaje de niños y niñas que declaran “sentarse juntos y charlar sobre cosas” con su familia al menos una vez a la semana ha mejorado, pasando del 63,9 % en 2006 al 68,2% en 2010 (último dato disponible). En general, la infancia española se da un 7,6 para responder a la pregunta “en qué lugar sientes que estás en este momento de tu vida?”. Esta nota empeora un poco respecto a 2010, donde se obtenía un 7,9. 

Un dato que también forma parte de esta dimensión es el porcentaje de niños y niñas que consideran que el profesorado les anima a expresar sus opiniones en las clases, un 68,1% en 2010 (último dato disponible). Que los propios niños, niñas y adolescentes puedan participar en todo aquello que les afecta es condición esencial para su bienestar. La participación es un proceso formativo e informativo que les permite, ser protagonistas de sus cambios y del curso de su vida. Es por tanto, una condición básica para el mejoramiento real de la situación de vida de niñas y niños, que fomenta el despliegue de sus capacidades, en los aspectos más variados de su vida. Al ejercer este derecho, fortalecen su capacidad de construir positivamente su vida, y de crear sistemas para defenderse y superar las situaciones que atentan contra su bienestar.

El proceso de organización y participación infantil facilita a niños, niñas y adolescentes, el desarrollo de diferentes capacidades. En lo individual, incide sobre la capacidad de reflexión, que implica que el niño explore, reconozca y recupere sus experiencias, conocimientos y sentimientos. En lo grupal, trabaja la puesta en común, que significa que el niño aprenda a poner en común sus ideas y experiencias, así como a escuchar a los demás. En lo colectivo, permite construir una visión de lo que sigue, lo que quiere decir que el niño, junto con otros iguales, determine y decida sobre lo que prosigue y sobre lo que, a partir de aquí, es posible actuar. Por esto, cada vez más pueblos y ciudades de nuestro país se comprometen por convertirse en ciudades amigas de la infancia, en las que su infancia cuenta.
 
Ser tomado en cuenta, opinar, informarse, respetar otros puntos de vista y poder actuar en su entorno, solo o con otros, fortalece su autoestima, su identidad, su desarrollo psicológico, educativo y cultural. Para que cada uno de los niños y niñas que nos rodean puedan alcanzar su pleno desarrollo trabajamos día a día todo el equipo de UNICEF en España.

* UNICEF es una agencia de las Naciones Unidas que trabaja para defender los derechos de la infancia y conseguir cambios reales y duraderos en la vida de niños y niñas.


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