miércoles, 23 de noviembre de 2016

Infancia y Felicidad (2): NIÑOS Y NIÑAS QUE NECESITAN DOS FAMILIAS PARA SER FELICES



Por Leticia López de Borbón*

María paseaba con su acogedora Ruth y su perro Simba. De repente su corazón se aceleró y el estómago se le contrajo: le había parecido ver a su madre Paula en el mercadillo. No quería ser descubierta y salió corriendo sin dirección. Ruth intentó alcanzarla pero ella se escapó mientras la insultaba. Cuando la encontraron escondida en un portal, María no supo explicar a Ruth su reacción. Triste y desorientada volvió a casa de su familia acogedora y se encerró en su cuarto sintiéndose muy abatida.

Ruth disfrutaba paseando con María; le gustaba verla parada delante de los puestos mirando todo con atención. Se quedó paralizada: ¿por qué María la llamó puta?, ¿por qué salió corriendo disparada? Ruth había educado a su hija Sara de manera ejemplar; sus amistades la consideraban una persona abierta, sensible y solidaria. Había dedicado mucho tiempo e ilusión hasta conseguir su idoneidad como acogedora y ahora parecía que no era capaz de hacerlo bien. Frustrada y triste se sentó en el sofá.

Paula intentaba seguir las pautas recibidas desde la comunidad terapéutica, aunque no siempre lo conseguía. Había decidido vender artículos textiles en mercadillos y ese sábado era su primer día. De repente sintió un fuerte dolor en el pecho: no podía ser; la trabajadora social que supervisaba las visitas con María no le había dicho que la persona que acogía a su hija era tan joven; además, los muy estúpidos no sabían que su niña era alérgica al pelo de los perros, y allí estaba María, con esa mujer entrometida y ese perro asqueroso. Dudó si acercarse a ellas y poner a la intrusa en su sitio, después tuvo miedo y se escondió. Enfadada y triste apretaba fuerte sus puños sintiéndose desesperada.

Cuando un niño o niña no puede vivir con sus progenitores, que no saben o no pueden atender adecuadamente sus necesidades, el acogimiento familiar es una alternativa que posibilita la vida en familia. 

Para facilitar el bienestar de los menores en el acogimiento es importante mejorar los recursos existentes para el acompañamiento profesional del menor, de las familias acogedoras y de los padres y madres del niño acogido cuando se prevé la reintegración. Este texto quiere subrayar la necesidad de garantizar igualmente la intervención con los progenitores cuando el retorno de su hijo o hija no es posible.

El padre y la madre del niño o la niña en acogimiento familiar son importantes para su bienestar y felicidad

En las intervenciones profesionales con la familia biológica deberían trabajarse dos aspectos fundamentales que beneficiarán al hijo o hija en acogimiento:

La madre y el padre deben transmitir a su hijo que no les está traicionando: Los niños y niñas en acogimiento tienen una difícil tarea: gestionar adecuadamente el conflicto de lealtades que pueden sentir al pertenecer a dos familias, ya que deben integrar sus dos mundos y asimilar sentimientos contradictorios y ambivalentes. La decisión generosa y responsable de transmitir al hijo el consentimiento o permiso para vivir con otra familia, le ayudará a asumir adecuadamente sus emociones y facilitará su vinculación con las personas acogedoras.

Las visitas y las relaciones entre padres e hijos ayudan a estos a desarrollar y aceptar su identidad: Las estancias prolongadas en centros o los cambios de familias (convivencia inicial  con la madre, luego con los tíos, con la abuela…), pueden dificultar el establecimiento de la secuencia lógica y coherente de los acontecimientos vividos, como si su vida estuviera hecha de retazos sin conexión: diferentes personas, diferentes vidas y diferentes identidades. No romper la relación parental puede ayudarles a comprender y dar sentido a sus vidas, desarrollar su identidad, conseguir una imagen más positiva de sí mismos, integrar su historia  anterior, entender su presente, valorar las ventajas y oportunidades que les ofrece su nuevo entorno familiar y enfrentarse al futuro. 

Intervención profesional cuando hay reunificación de la familia de origen
Cuando un menor es declarado en situación de desamparo y retirado de su familia biológica (padres y madres que en muchos casos han pasado de ser niños y niñas objeto de protección a adultos negligentes) diferentes equipos profesionales del sistema de protección de menores intervienen para lograr el retorno del niño. En este complejo proceso pueden trabajarse diferentes objetivos: 

- Lograr la aceptación de la medida y la implicación durante el acogimiento para facilitar una pronta reintegración. 

- Asegurar que la familia proporcione un entorno estable, afectivo y seguro, y afianzar la reunificación una vez están en casa. 

Pero, ¿qué ocurre cuando la reunificación no es posible, cuando el padre o la madre es incapaz de garantizar el bienestar de su hijo o hija? En general se suspende la implicación en las vidas de sus hijos, como si su papel, a partir de ese momento, fuera irrelevante o incluso perjudicial.

Intervención profesional cuando NO hay reunificación de la familia de origen
Un buen punto de partida antes de la intervención con las familias biológicas sería cambiar algunas de las creencias erróneas habituales, como la de que no es posible que la familia consienta el acogimiento de sus hijos o que si no cambia es porque no les quieren. También es necesario prevenir los prejuicios que pueden tener las familias acogedoras, ya que pueden ser muy perjudiciales ya que el menor acogido debe sentir que su cuidador o cuidadora respeta y acepta a su familia biológica, y entender que esta es parte de su historia y también de su presente. El respeto por sus orígenes facilitará su integración y evitará un sentimiento doloroso de deslealtad hacia una o ambas familias.
En la intervención con las familias biológicas, una vez descartada la reintegración, podrán fijarse los siguientes objetivos: 

- Lograr la comprensión y toma conciencia de las causas por las que sus hijos fueron separados de su hogar (esto facilitará su implicación y colaboración en el acogimiento). 

- Confiar en que pueden aportar elementos positivos y beneficiosos para sus hijos y superar el miedo a perder su cariño (empoderarles en su rol como padres). 

- Asumir a las personas acogedoras como ayuda, no como competidoras. 

- Adquirir nuevas funciones parentales: practicar modelos de interacción sanos y funcionales y transmitir mensajes adecuados en las visitas.


Esta tarea no es fácil; las familias necesitan tiempo y ayuda para aceptar la nueva realidad. Debemos empatizar con ellas y comprender los diferentes retos que deben afrontar.

CONCLUSIONES
Para la buena integración en el contexto familiar del menor en acogimiento, la intervención profesional con todos sus protagonistas y la promoción de su participación activa pueden ser determinantes. En este contexto es fundamental la comprensión del padre y la madre sobre los beneficios del acogimiento para sus hijos, por tanto, es necesario que los profesionales implicados directa o indirectamente con el niño acogido, con la familia acogedora y sobre todo con la familia biológica del menor, valoren el papel decisivo que los progenitores pueden tener para el bienestar y la felicidad del niño.

María paseaba con su acogedora Ruth y su perro Simba cuando apretó fuertemente su mano  mientras señalaba a su madre que vendía ropa tras un puesto. María le dijo a Ruth que quería ir a saludarla y darle un beso; desde que había ingresado en la comunidad terapéutica se veían poco. Muchas noches Ruth y ella intentaban llamarla pero no siempre era posible la comunicación. Avanzaron hasta el puesto, Ruth dio dos besos a Paula y le preguntó cómo estaba, después se alejó un poco y dejó que madre e hija hablaran tranquilas. Paula abrazó a su hija y le comentó lo guapa y alta que estaba, le preguntó por sus notas y la animó a seguir dando esas clases de baile que ella nunca hubiera podido pagar. María le contó que estaba contenta pero que tenía ganas de que acabara ya su tratamiento y así volverse a ver más fines de semana. Después se despidieron. María, Ruth y Paula, emocionadas y tranquilas, continuaron con los planes que tenían para ese sábado.

BIBLIOGRAFÍA
Sevilla. Consejería de Igualdad y Políticas Sociales. Acoger, Adoptar, Ayudar. Guía para personas interesadas en acoger, adoptar o ayudar a niños, niñas y adolescentes que necesitan familia en Andalucía. 2016
Ministerio de Sanidad y Asuntos Sociales. GRISIJ (Grupo de Investigación en Intervenciones Socio-educativas en la Infancia y la Juventud) Programa de competencias parentales durante el acogimiento y la reunificación familiar: Caminar en Familia. 2016

ENLACES RELACIONADOS
Alberto Rodríguez González. Intervención integral con ambas familias. VI Encuentro Estatal de Acogimiento Familiar. Logroño 2014. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=caHaaGaAo9E
Hogar Abierto. Testimonios reales. Hablan los niños. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=26OF8kYkyZ4

Diputación Foral de Bizkaia. El Rincón del Acogimiento: Testimonios de padres y madres. Recuperado de: http://www.bizkaia.eus/Gizartekintza/Acogimiento/visor_videos.asp?tipoGaleria=3&Idioma=CA&Tem_Codigo=7384&vengoDe=http://www.bizkaia.eus/Gizartekintza/Acogimiento/index.asp?Tem_Codigo=7384&dpto_biz=3&codpath_biz=3|236|8559|7384

Este post pertenece a la serie iniciada en este Blog el Día de la Infancia de 2016 sobre Infancia y felicidad.

*Leticia López de Borbón es trabajadora social. Trabaja para la Junta de Andalucía.

1 comentario:

  1. Muchas gracias Leticia por este escrito tan clarificador.
    Montse

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