miércoles, 16 de marzo de 2011

La democracia empieza en los niños: El derecho de la infancia a la participación (2)

(y cómo educar a los adultos)

Segunda entrega del resumen de la ponencia de Jesús Palacios, Catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Sevilla, en el "I FORO Incorporando las voces infantiles en las políticas de salud”, celebrado en Sevilla, el 11 de diciembre, con un público mayoritariamente infantil y juvenil. Existen algunas dificultades para lograr una buena participación de la infancia, pero es posible educar a los adultos, y estas son otras cinco reglas para conseguirlo:

6. Contrato
Los adultos están acostumbrados a los contratos (documentos que firman y en los que se comprometen a cosas). Sobre todo cuando hay cambios importantes (por una nueva situación, por una nueva edad, por un nuevo contenido), puede ser buena idea poner cosas por escrito que comprometan a todos. Y firmarlas ante testigos. El contrato debe incluir la organización y el contenido de la participación. No basta con poner las cosas por escrito (según la regla 2, olvidan fácilmente), sino que hay que recordarles los contratos de vez en cuando. Si los tienen delante y enmarcados, mejor.

7. Negociación
Las condiciones del contrato pueden ser impuestas o negociadas. La negociación es mejor, crea mejor clima y asegura más la satisfacción de todos (si no hay negociación, no hay participación). Exige además negociadores que sepan lo que quieren. Los de la parte menos fuerte deben ser muy exigentes y empezar pidiendo mucho. En la negociación hay que darles muchas explicaciones e insistir mucho (como, según la regla 1, tienen poco tiempo, hay que alargar para ganar).

8. Control
Si los adultos aprenden lentamente (regla 1), si hay que insistirles bastante (regla 2), si hay que estar atentos a sus fallos (regla 4), si funcionan mejor con contratos negociados (reglas 6 y 7), entonces…Tiene que haber procedimientos para vigilar que se cumpla lo acordado en el contrato. Esos procedimientos deben formar parte del contrato de la regla 6. El contrato debe decir qué hacer cuando hay desacuerdos, por ejemplo con la figura de un árbitro.

9. Asegurar la cadena
Educar a los adultos supone mucho esfuerzo y sería una lástima que una vez educados, olvidaran todo lo aprendido. Hay que asegurar que los que vienen después continuarán la difícil tarea de seguir asegurando su buena educación. Por ello hay que ir incorporando a los más jóvenes a la difícil tarea de educar a los adultos.

10. Buen ambiente
Se educa mejor a los adultos en un clima de buenas relaciones con ellos: el respeto mutuo es imprescindible y si además hay afecto, mucho mejor. Tanto los chicos y chicas que educan como los adultos que son educados por ellos tienen metas comunes y buscan los mismos objetivos. La cooperación es mejor que el enfrentamiento y participar es una forma de cooperar, de construir, de relacionarse mejor.

La participación infantil en las políticas de salud es un reto para todos los implicados (adultos, chicos y chicas, instituciones), pero también es una oportunidad de avanzar en la democratización de la vida cotidiana, la calidad de vida y la reducción de las
desigualdades.


Jesús Palacios

martes, 8 de marzo de 2011

La democracia empieza en los niños: El derecho de la infancia a la participación (1)

(y cómo educar a los adultos)

Presentamos en dos entregas un resumen de la ponencia de Jesús Palacios, Catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Sevilla, en el "I FORO Incorporando las voces infantiles en las políticas de salud”, celebrado en Sevilla, el 11 de diciembre, con un público mayoritariamente infantil y juvenil. En este post se incluye la primera parte.


La participación no es sólo un derecho, es también un indicador de calidad, reduce las desigualdades, aumenta la satisfacción de las personas y la calidad de las relaciones. La participación, además, empieza en casa: los hogares valorados como de mejor calidad son los que cuentan con alta presencia de afecto, de normas y reglas razonadas y razonables, de supervisión o control y de comunicación (incluyendo la participación de hijos en la toma de decisiones que les afectan). Todo esto no es fácil para todos los padres, ni con todos los hijos…

Existen algunas dificultades para lograr una buena participación, pero es posible educar a los adultos. Para ello podemos aportar diez reglas, he aquí las cinco primeras:

1. Paciencia
Los adultos aprenden muy lentamente las cosas difíciles: creen saberlo todo y por tanto es más complicado que tengan voluntad real de aprender. Además, tienen demasiadas cosas en la cabeza y en la agenda, así es que no tienen mucho tiempo para estudiar y repasar. Por lo tanto, hay que tener mucha paciencia con ellos, pero no rendirse (es lo que ellos hacen con sus hijos).

2. Perseverancia
Como los adultos no aprenden bien, olvidan fácilmente: hay que insistir bastante. Pero hay que hacerlo con cuidado, porque a veces son un poco irritables. Por tanto, cuando queremos algo de ellos, tenemos que insistir sin fastidiar (es una buena idea empezar pidiendo disculpas: “perdona, pero…”, “no quiero que te enfades, pero…”).

3. Darles explicaciones
A los adultos les gusta mucho dar explicaciones a sus hijos, a sus alumnos, a los que creen que no saben algo… El factor sorpresa es importante, así es que hay que estar preparados para darles muchas explicaciones a ellos, pues no lo esperan. Si las explicaciones son muchas y muy largas (como hacen ellos), mucho mejor. Hay que repetírselas de vez en cuando (según la regla 2, olvidan fácilmente).

4. Los adultos suelen ser muy contradictorios:
- Dicen una cosa y hacen otra
- Cambian de opinión según les conviene
- Siempre encuentran una justificación para una cosa y para su contraria
Hacerles ver sus contradicciones es avanzar en la difícil tarea de su educación (conviene hacerlo con cuidado, pues según la regla 2 son irritables).

5. Modestia
Los adultos suelen ser poco modestos, creen tener siempre la razón y saberlo todo. De hecho, para educarlos, es mejor no ser como ellos. Hay que admitir que no se sabe todo, aceptar que hay cosas de las que ellos conocen más y en las que tienen que tener la última palabra, intentando que esas cosas sean sólo las imprescindibles. Pero no olvidar que se puede ser modestos, pero hay que ser firmes: si no, no aprenden.

Jesús Palacios