jueves, 19 de abril de 2018

LOS MALQUERIDOS, hijas e hijos expuestos a la violencia contra sus madres

Por Carmen de Manuel*

No pasa un solo día sin que la violencia de género nos sacuda. Ya la OMS nos advierte de que es un problema de proporciones epidémicas a pesar de que en los últimos años es mayor la concienciación social. Esto ha permitido que la violencia contra la mujer ya no sea un asunto privado sino una realidad visible que nos afecta a todos y a todas. Y se ha venido reflejando en el desarrollo de recursos especializados de atención a la mujer.

La Violencia de Género no entiende de fronteras porque aparece en todos los países del planeta, en todas las religiones, culturas y niveles socioeconómicos, estando presente además en todas las áreas de participación de la mujer.

La forma más frecuente de presentación es la violencia domestica, aquella que se produce en el hogar, a manos de sus parejas. Esto ha despertado un gran interés por conocer las consecuencias que tiene para las hijas y los hijos. La violencia contra la mujer le afecta a ella pero también a su descendencia. Y a pesar de esta evidencia hasta fechas reciente todas las intervenciones se han centrado en la mujer como única víctima de la violencia de género. Ya es hora de ampliar la mirada y abarcar a todas las víctimas sin excluir a ninguna, especialmente a las más vulnerables como son los niños, niñas y adolescentes.

Es cierto que han sido muchas las voces que se han levantado en reconocimientos de las menores y de los menores expuestos a la violencia contra sus madres como la Ley Orgánica 1/2004 de medidas de protección integral contra la violencia de género,  el Consejo de Europa (Resolución 1714 de 2010), la Estrategia Nacional para la Erradicación de la Violencia de Género (2013- 2016), II Plan Estratégico Nacional de Infancia y Adolescencia (2013-2016), el Protocolo Básico de intervención contra el Maltrato Infantil (2014), la Ley Orgánica 8/2015, la Ley 26/2015…  

Sin embargo, el principal instrumento normativo internacional en materia de infancia es la Convención de los Derechos del Niño de Naciones Unidas que ratificó el Parlamento Español en 1990 y es de carácter vinculante. Este es el tratado internacional que más países han ratificado en la historia, a saber, todos menos dos, EEUU y Somalia. Recoge los derechos principales de la infancia, el más básico es el derecho a vivir y a hacerlo en un entorno libre de violencia.

A pesar de que observamos un cambio de tendencia, porque las y los menores son reconocidos y reconocidas por nuestras leyes y por otros documentos importantes como víctimas de la violencia de género, todavía es necesario que se les visibilice como protagonistas. Para ello es necesario contar con tres condiciones:

  •  Administraciones comprometidas con esta situación. 
  • Disponer de recursos para realizar las recomendaciones recogidas en estos documentos. 
  • Tener una población sensibilizada en el tema que nos ocupa porque a veces es más fácil cambiar las leyes que cambiar las costumbres de ciudadanas y ciudadanos. 

En este sentido, surge la obra de Los Malqueridos para contribuir a la sensibilización de la ciudadanía.

Pero ¿de cuántas niñas, niños y adolescentes hablamos? ¿Son muchas? ¿Son muchos?

Naciones Unidas estima que entre 133 y 275 millones de niños y niñas en todo el mundo están expuestos a este tipo de violencia (Estudio sobre la violencia contra niños, 2006). Save the Childre y UNICEF, por su parte, nos hablan de que en España son cerca de 800.000 las niñas y niños afectados. Y seguramente estas cifras no representen toda la realidad. Pero no tenemos cifras exactas porque hasta ahora los niños y niñas no han contado.

Aunque los menores y las menores no estén siendo maltratados directamente, pero sí sus madres, sufren por vivir en un entorno violento y poco adecuado para crecer y desarrollarse.  La violencia contra la madre tiene un impacto psicológico en sus hijas e hijos que, además, pueden ser víctimas de una doble forma de violencia, la que sufren sus madres y la que se ejerce directamente contra ellos y ellas.

Joselito es uno de los protagonistas principales de Los Malqueridos. Sufre el maltrato de su padre a su madre pero también es víctima directa porque su padre le maltrata directamente a él de forma cruel.

Sin olvidar que la violencia de género impacta en la salud mental de las madres y este impacto puede interferir en sus competencias marentales, es decir, en la calidad de los cuidados hacia sus hijas e hijos. Hoy sabemos que cuanto mejor estén los padres y las madres, mayor será la calidad en los cuidados que dispensen a su prole. Es decir, el bienestar infantil depende del bienestar de quienes les cuidan; por eso, cuidar de los cuidadores es una forma de cuidar de la infancia.

Nuestra sociedad y quienes la conformamos seguimos bajo la influencia del mito de la familia como agente socializador básico, garante de la seguridad y de los derechos de sus miembros, como fuente de apoyo y afecto. Sin embargo, la familia es uno de los grupos sociales en los que más comportamientos violentos se dan. Según estimaciones del Ministerio del Interior, un tercio de los casos de homicidio tienen como víctima y agresor a miembros de una misma familia. Sin embargo, en estas estimaciones oficiales no están incluidos los casos que no se denuncian y, por tanto, no se conocen ni se cuentan.
 
¿Qué efectos tiene en los hijos e hijas  la violencia contra sus madres?

Estos niños y niñas viven en un entorno muy perturbador. Son conscientes y conocedores de lo que ocurre en casa aunque los actos violentos no se produzcan en su presencia. Ser testigos de la violencia contra su madre es aterrador pero además crecen con la creencia de  que la violencia es el patrón de relación normal entre las  personas. Las consecuencias pueden abarcar desde el impacto psicológico hasta la muerte a manos de la pareja de sus madres y que con frecuencia son sus padres.

Dos cuestiones finales dignas de mencionar. Una es la transmisión intergeneracional. Porque vivir en un entorno de violencia supone el riesgo de aprender a ser violento o a exponerse a la violencia. Es decir, reproducir la cadena de violencia, bien en el rol de agresor, bien en el rol de víctima, bien en el rol de cómplice. Pero debemos de huir del determinismo pensando que este fenómeno es inevitable, que para estas niñas y niños no hay solución.  A lo largo de su vida contactarán con otros contextos que pueden ejercer como contextos alternativos a la experiencia violenta sufrida.

La otra cuestión es la característica de los factores de estrés y es su efecto acumulativo. Además de presenciar la violencia contra sus madres, los niños, niñas y adolescentes pueden ser también víctimas directas. Y pueden ser revictimizados como cuando les instamos a que cuenten una y otra vez lo ocurrido en contextos que no están adaptados a la infancia. Tal y como ocurre en el ámbito judicial.

Con el objetivo de contribuir a la visibilización del sufrimiento de las y los menores expuestos a la violencia contra sus madres he publicado este año Los Malqueridos. Se trata de una novela profundamente psicológica que mantiene como hilo conductor a lo largo del relato las repercusiones que tiene para los hijos y las hijas la violencia contra sus madres.

¿Por qué en formato de novela? Porque una novela supone una lectura fácil y asequible para todos y todas. Sus destinatarios/as son los profesionales que intervienen en el marco de la violencia de género y los profesionales implicados de alguna manera en la atención a la familia y a la infancia. Pero sobre todo va dirigida a toda la población con especial interés en los sectores sociales que no padecen esta lacra para comprometerlos y sensibilizarlos en su lucha.

Los Malqueridos es una novela que pretende de manera sencilla, y espero que amena y entretenida, libre de cualquier tecnicismo, llegar al corazón de sus lectoras y lectores y les haga sentir el dolor y el drama que viven los hijos e hijas de mujeres maltratadas. A la vez es una novela llena de luz y de esperanza.

* Carmen de Manuel es psicóloga clínica. Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil, Hospital Puerta del Mar, Cádiz