(y cómo educar a los adultos)
Presentamos en dos entregas un resumen de la ponencia de Jesús Palacios, Catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Sevilla, en el "I FORO Incorporando las voces infantiles en las políticas de salud”, celebrado en Sevilla, el 11 de diciembre, con un público mayoritariamente infantil y juvenil. En este post se incluye la primera parte.
La participación no es sólo un derecho, es también un indicador de calidad, reduce las desigualdades, aumenta la satisfacción de las personas y la calidad de las relaciones. La participación, además, empieza en casa: los hogares valorados como de mejor calidad son los que cuentan con alta presencia de afecto, de normas y reglas razonadas y razonables, de supervisión o control y de comunicación (incluyendo la participación de hijos en la toma de decisiones que les afectan). Todo esto no es fácil para todos los padres, ni con todos los hijos…
Existen algunas dificultades para lograr una buena participación, pero es posible educar a los adultos. Para ello podemos aportar diez reglas, he aquí las cinco primeras:
1. Paciencia
Los adultos aprenden muy lentamente las cosas difíciles: creen saberlo todo y por tanto es más complicado que tengan voluntad real de aprender. Además, tienen demasiadas cosas en la cabeza y en la agenda, así es que no tienen mucho tiempo para estudiar y repasar. Por lo tanto, hay que tener mucha paciencia con ellos, pero no rendirse (es lo que ellos hacen con sus hijos).
2. Perseverancia
Como los adultos no aprenden bien, olvidan fácilmente: hay que insistir bastante. Pero hay que hacerlo con cuidado, porque a veces son un poco irritables. Por tanto, cuando queremos algo de ellos, tenemos que insistir sin fastidiar (es una buena idea empezar pidiendo disculpas: “perdona, pero…”, “no quiero que te enfades, pero…”).
3. Darles explicaciones
A los adultos les gusta mucho dar explicaciones a sus hijos, a sus alumnos, a los que creen que no saben algo… El factor sorpresa es importante, así es que hay que estar preparados para darles muchas explicaciones a ellos, pues no lo esperan. Si las explicaciones son muchas y muy largas (como hacen ellos), mucho mejor. Hay que repetírselas de vez en cuando (según la regla 2, olvidan fácilmente).
4. Los adultos suelen ser muy contradictorios:
- Dicen una cosa y hacen otra
- Cambian de opinión según les conviene
- Siempre encuentran una justificación para una cosa y para su contraria
Hacerles ver sus contradicciones es avanzar en la difícil tarea de su educación (conviene hacerlo con cuidado, pues según la regla 2 son irritables).
5. Modestia
Los adultos suelen ser poco modestos, creen tener siempre la razón y saberlo todo. De hecho, para educarlos, es mejor no ser como ellos. Hay que admitir que no se sabe todo, aceptar que hay cosas de las que ellos conocen más y en las que tienen que tener la última palabra, intentando que esas cosas sean sólo las imprescindibles. Pero no olvidar que se puede ser modestos, pero hay que ser firmes: si no, no aprenden.
Jesús Palacios
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