martes, 29 de noviembre de 2016

Infancia y Felicidad (3): VISIBILIZANDO LOS RECURSOS DEL NIÑO Y DE LA NIÑA*


Por Carmen de Manuel**



El progreso en el conocimiento reside en la capacidad para ver y para ver de una determinada manera ya que el nuevo saber ilumina zonas que antes permanecían en la penumbra. Lo venimos llamando visibilizar.

En los últimos años hemos visibilizado muchas parcelas de la vida de los niños, muchas de ellas relacionadas con su dolor y otras con buenas prácticas que contribuyen a su bienestar.

Y quiero celebrar el Día Internacional de la Infancia centrando la atención en uno de los pilares más potentes para los niños y niñas. Y este pilar no es otro que el adulto más significativo para ellos. Esta función puede ser realizada por la madre o el padre o los abuelos o un cuidador siempre que no sean parte agresora. Utilizaré a partir de aquí el término “madre” para facilitar la exposición a sabiendas de que me refiero a cualquiera de las personas citadas anteriormente que desempeñe este rol.

Sabemos ya que el bienestar de los niños depende de los adultos que les cuidan. Y si estos adultos se encuentran bien, sus cuidados serán de mayor calidad. Es evidente que los cuidados de una madre que padezca 40 de fiebre no son los mismos que cuando la temperatura es normal. Y esto es válido para agentes físicos, como el del ejemplo, pero también para otros factores como los psicológicos o sociales.

Por tanto, cuidar de los adultos que cuidan de los niños es una forma de cuidar de ellos, es decir, de protegerlos y de asegurar unos cuidados de calidad.

La historia de la humanidad se ha caracterizado por la invisibilización de las necesidades infantiles. Cuando empieza a cambiar la representación social de la infancia es cuando empezamos a tener en cuenta que los niños y niñas sufren y son dañados por las acciones de los adultos. Y descubrimos entonces el maltrato físico, la negligencia o el abuso sexual, entre otras formas de daño infantil. Y desde entonces han proliferado los estudios y publicaciones acerca de las víctimas y de los agresores. Pero estos estudios, a día de hoy, son incompletos porque han invisibilizado a la persona más significativa en la vida relacional del niño y que seguiré denominando “madre” pero que, recuerdo, bien puede ser el padre quien ejerza ese rol o cualquier otra persona.
Y cuando los estudios se han fijado en la madre lo han hecho desde una percepción culpabilizadora porque se han centrado en clarificar cuál ha sido su participación en lo ocurrido. Es decir, en qué medida el comportamiento de la madre ha contribuido en el daño a su hijo o a su hija. Esta visión culpabilizadora viene a reforzar la expectativa social de la madre perfecta capaz de proteger a sus hijos de cualquier riesgo. Además la responsabiliza de todo cuanto acontece en la familia. Y esto tiene otra grave consecuencia ya que “desresponsabiliza” de alguna manera al agresor al descalificar a la madre como tal.

En la actualidad sabemos que el apoyo materno es el factor de mayor peso en el desarrollo infantil y en la recuperación de los niños cuando estos han sido dañados. La madre es, además, figura clave a la hora de detectar lo que le ocurre a su hijo y de protegerle.

Se hace necesario, por tanto, un cambio en la conceptualización de la madre quien pasará de culpable a reparadora del daño en su hijo pero también pasará de culpable a víctima secundaria. La literatura científica ha invisivilizado el dolor de la madre como ocurre  por ejemplo en los casos de maltrato infantil y cómo este dolor puede interferir en el apoyo a su hijo. Por otra parte es ella quien hace frente al dolor de su hijo. Es ella quien debe hacer frente a su propio dolor debido al impacto  que la situación tiene en ella. Es ella quien hace frente al dolor de los hermanos (grandes olvidados también) y de otros miembros de la familia.

Este cambio de paradigma en la percepción de la madre, tema emergente en la actualidad, no es incompatible con una evaluación completa con el fin de identificar actitudes o conductas en la madre que resulten perjudiciales para su hijo. 

Mi propuesta de celebración para el Día Internacional de la Infancia es avanzar en el cuidado de los niños y niñas a través del cuidado de la figura más significativa en sus vidas.





Este post pertenece a la serie iniciada en este Blog el Día de la Infancia de 2016 sobre Infancia y felicidad.



* Este es un tema en el que llevo trabajando desde hace un tiempo. El interés lo despierta en mí la lectura del artículo de Carolina Sinclair y de Josefina Martínez: Culpa o responsabilidad: terapia con madres de niñas y niños víctimas de abuso sexual. Psykhe, 2006. Vol. 15, Nº 2, 25-35).
 
** Carmen de Manuel es psicóloga clínica. Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil, Hospital Puerta del Mar, Cádiz